El rostro social y las redes sociales

Hace poco compartí en mi Instagram un post sobre el Rostro Social, ¿no sabes lo que es? Pues bien, el rostro social es una especie de máscara que nos ponemos muchas veces inconscientemente para ser más aceptados por los demás y que se basa en ocultar nuestras emociones o sentimientos reales por unos que agraden más a la otra persona.

Teresa Baró, la autora de «la gran guía del lenguaje no verbal» nos define como actores que buscan encajar.

Pero, ¿hasta donde llega ese afán por pertenecer?.

A mi personalmente se me vienen las redes sociales (RRSS) a la cabeza. Un negocio en el cual el producto somos nosotros mismos, nuestras ganas de gustar, de recibir likes, de que nos etiqueten en fotos, etc. Porque parece que cuantos más followers tengamos más felices somos, no al revés.

¿Es esto una forma de rostro social digital?

Estas RRSS basan su algoritmo en generar dopamina en nuestro cerebro, pretenden que veamos un video más, nos mantienen mirando pantallas durante horas con contenido vacío y nos incentivan a «refrescar», lo mantiene el ciclo gracias a un refuerzo positivo intermitente.

Hoy en día nuestra autoestima se mide en likes, nos hace sentirnos mejor tras ver fotos de personas «felices» con cuerpos «perfectos» y cosas caras (lo que nos había hecho sentirnos mal previamente), y promueve que nosotros mismos finjamos ser ese tipo de persona para recibir más «me gustas» y continuar con la pescadilla que se muerde la cola.

En esta sociedad, ¿hasta que punto han quedado degradas las relaciones humanas reales? ¿Dónde encontramos el lenguaje no verbal? ¿Son los emojis suficiente para expresar emociones?

¿Hasta que extremo hemos llegado el rostro social?

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