¿Son realmente malos los celos?

Antes de nada… ¿Qué son los celos?

Hay que matizar que los celos son una respuesta emocional que aparece cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera propio. Esta reacción puede darse no solo dentro de la pareja, sino también entre amigos o familiares.

Pero… ¿Para qué sirven?

Como ya sabemos, existen 6 emociones básicas o primarias: felicidad, tristeza, ira, asco, miedo y sorpresa; estas son innatas en todas las personas.

Los celos, en cambio, podrían catalogarse de una emoción compleja o secundaria, derivada de algunas de las emociones antes mencionadas, este tipo de emociones son aprendidas y se ven influidas por los pensamientos, experiencias, la cultura, etc. Otras emociones secundarias podrían ser la culpa u el orgullo.

Pueden destacarse 3 funciones para todas las emociones: la función adaptativa, motivacional y la función social o comunicativa.

1. Función adaptativa: Supone que las emociones funcionan tanto como facilitadoras de la respuesta apropiada ante las exigencias ambientales, como inductoras de la expresión de la reacción afectiva a otros individuos.

2. Función motivacional: La relación entre motivación y emoción es íntima: toda conducta motivada produce una reacción emocional y a su vez la emoción facilita la aparición de unas conductas motivadas y no otras.

3. Función social: La expresión de las emociones permite predecir a las demás personas el comportamiento que vamos a desarrollar y a nosotros el suyo, lo que tiene un indudable valor para las relación interpersonales y para la adaptación al entorno social.

Pensamiento vs acción

Es importante hacer una diferencia entre nuestros sentimientos y nuestro comportamiento. A veces no podemos controlar o elegir lo que pensamos o sentimos, pero si cómo nos comportamos. Hay que elegir siempre gestionar lo que ocurre en nuestro mundo interno de la manera más sana posible.

Si este punto te cuesta, es normal, no nacemos habiendo aprendido, por eso te recomendaría acudir donde un profesional.

«¿Por qué aparecen los celos si no quiero tenerlos?«

Como ya he comentado, la respuesta de celotipia se ve influida por las creencias y experiencias de la persona, por eso es importante entender a la persona y explorar su relación con esta respuesta emocional.

Debemos tener claro en qué ocasiones pasa, con quién y qué pensamientos le rondan por la mente. Así como investigar qué mecanismos mantienen esta respuesta, tal vez algún agente que esté reforzando sin querer la respuesta de la persona.

Algunas causas más comunes son una baja autoestima, la inseguridad, el miedo a la soledad o un ego herido. Esto no quiere decir que no existan otras posibles causas.

Celos patológicos

También es importante diferenciar los celos normales (que acabo de describir) de los celos patológicos. Los celos patológicos son desproporcionados en intensidad y aparecen de manera mucho más frecuente. Pueden relacionarse con la necesidad de control y la desconfianza. Son más comunes en relaciones de pareja, y ocurren cuando la persona tiene una visión distorsionada de la realidad y un comportamiento de control obsesivo, buscando pruebas de infidelidades, mentiras o engaños, obviando cualquier argumento racional que indique lo contrario. El hecho de encontrar alguna prueba o indicio de engaño (que podría no ser real, aunque a ellos se lo parece debido a la visión distorsionada) fomenta y refuerza la conducta de celotipia.

Las personas con celos patológicos tienen un miedo excesivo a perder a su pareja y analizan los comportamientos de está buscando infidelidades, llegando a vulnerar su intimidad (revisar el teléfono por ejemplo). Estos celos suelen nacer de pequeñas situaciones o situaciones que la persona ha creado en su mente. También suelen compararse constantemente con otras personas, lo que también influye en una posible baja autoestima.

Mitos que alimentan los celos. Mito del amor romántico

¿Quién no ha oído eso de “si tiene celos es porque me quiere”?

Otra de las cosas que debemos trabajar en terapia son las creencias de la persona. Debemos recordar que esto NO es así. Los celos, al igual que el resto de emociones, son inevitables. El ser humano es emocional, a la vez que racional.

Por eso debemos pensar que nuestra pareja no nos pertenece, ni le pertenecemos a ella. Tener miedo a perder a una persona no tiene por qué ir relacionado con los celos. Puedes tener miedo de perder a alguien y gestionarlo como una emoción más, ya que no somos responsables de lo que sentimos, pero si de lo que hacemos con ello.

Puedes sentir celos y gestionarlos como tal. ¿Por qué he sentido celos? ¿Es este pensamiento basado en algo racional o basado en una emoción?

El mito del amor romántico, basado en que el amor todo lo pude, en que todo lo puede y requiere de entrega total y de posesión y exclusividad. Una relación en la que el yo se pierde para dar paso a un nosotros.

Nuestras aliadas: La comunicación y la confianza

La comunicación y la confianza son la base de toda relación sana.

Esto no significa que no surjan problemas, sino que se puede negociar una solución o un punto medio. Respetando siempre el punto de vista y los pensamientos del otro.

¿Si desconfías de tu pareja, por qué estas con el/ella? Pensar que tu pareja te miente o te engaña puede generar mucha ansiedad, dudas e inseguridades, fomentando los celos, lo que vuelve a reforzar la duda. Este es el ciclo de una relación tóxica. 

Si has pasado por malas experiencias es normal que tengas miedo, pero trata de no castigar a otros por lo que hizo alguien.

“Pero, ¿y si mi pareja me ha mentido en otras ocasiones?” Al igual que tu debes confiar en tu pareja tu pareja debe confiar en ti, hablad sobre por qué lo ha hecho. Si te ha mentido es normal que te cueste confiar en que te esté diciendo la verdad, pero recuerda, que puedas confiar en tu pareja es crucial. Debes plantarte si te compensa estar con alguien en quien no confías.

¿Sabes cómo conseguir que tus hijos se despeguen del móvil?

Algunos consejos para facilitar que los pequeños de la casa tengan vida más allá de la pantalla.

Vivimos en una sociedad en que las pantallas han invadido nuestras vidas: televisión, ordenador, tablet y teléfono móvil.

Y no solo eso, es que parece que necesitamos estos dispositivos electrónicos en nuestro día a día para trabajar, hablar con amigos a todas horas, pasar el tiempo… Siempre llevamos uno encima, y esto ha derivado en la era de la inmediatez en la que queremos que nos contesten mensajes al instante, que nos informen exactamente acerca de dónde está nuestro pedido online o que hagas esa llamada de trabajo. Sin olvidar las redes sociales (las cuales parecen ser la única manera de socializar hoy en día), el overbooking de aplicaciones que tenemos para absolutamente todo, los juegos, el monitor de actividad física, etc.

¿Qué hacer para contribuir a que tus hijos se desenganchen del móvil?

¿Quién no ha oído eso de que cuánto más conectados estamos, más nos desconectamos de lo que tenemos alrededor? Pues no deja de ser cierto para algunas personas que van siempre inmersas en su pantalla, incluso cuando están con otras personas. Y esto puede llegar a crear conflictos con amistades e incluso familiares, por estar pendientes de Instagram durante una cena de Navidad o contestar llamadas de trabajo en días libres por ejemplo.

Así que, querido lector que como padre o madre se lleva las manos a la cabeza pensando que su hijo o hija no para de actualizar Instagram, de ver stories o de subir fotos, además de whatsappear con sus amigos y mandar audios, te traigo 5 tips para que las pantallas interfieran en tu vida familiar lo menos posible.

1. Comunicación

Siéntate y habla con tus hijos/as de una forma seria. No tengas reparo en acercarte a ellos y transmitirles tus preocupaciones. No dejes de informales acerca de los peligros de las redes sociales, así como de los beneficios; como padre o madre eres responsable de que tus pequeños conozcan el mundo y de prevenirles, advertirles y enseñarles tanto sus cosas buenas como malas.

Asegúrate de que se lo explicas en profundidad y de que lo entienden correctamente, conecta con sus emociones y no te cortes con los ejemplos.

2. Pactad límites y horarios

Llega a un acuerdo con ellos respecto a las horas que dedican a las pantallas. Por supuesto, deben ser horarios adaptados a su edad, porque un adolescente, por ejemplo, querrá utilizar más el móvil (para hablar con sus amigos y socializar en las redes) que un niño o niña de 7 años.

Es importante que no sean horarios impuestos por los padres, sino que la opinión de los hijos/as cuente; deberéis negociar y pensar en que pueden necesitar las pantallas en algunas ocasiones para realizar trabajos o buscar información.

Además, hay que tener en cuenta que a veces estaréis trabajando o con vuestros amigos, y no siempre podréis aseguraros de que cumplen las horas acordadas. Os recomiendo que no os agobiéis y no tratéis de tenerlo siempre bajo control. No se trata de imponer normas estrictas, sino de encontrar un equilibrio y de que ellos mismos aprendan a regularse.

En este aspecto recuerda que hay etapas del crecimiento en las que Los y las más jóvenes tratan de distanciarse más de sus padres y relacionarse más con sus iguales. Un ejemplo puede ser: nada de móviles durante las comidas, o nada de pantallas antes de dormir.

3. Pasad juntos tiempo de calidad

Aprovechad para pasar más tiempo en familia y hacer cosas juntos. Tratad de que en este tiempo hagáis cosas que os gustan a todos, que podáis ir cambiando de actividad, que lleguéis a acuerdos respecto a las actividades que haréis y que os aseguréis de que todos los votos y opiniones cuentan por igual.

Durante estos momentos juntos, forjad vínculos, compartid vuestro día a día, vuestras preocupaciones, etc. Podéis desde ver una película juntos hasta hacer una excursión, ¡las posibilidades son infinitas!

4. Ofréceles alternativas

Piensa que el teléfono móvil es un remedio fácil y cómodo ante el aburrimiento. Las redes sociales nos ofrecen entretenimiento rápido y variado. Incluso podemos ver tiendas, actualizar las noticias, hablar con amigos desde el móvil. Recordemos que no es una herramienta negativa, aunque pasemos mucho tiempo con ella tiene múltiples beneficios.

Es por esto que competir con este aparato es tan complicado, pero si se mantiene la mente ocupada en otras tareas entretenidas, el uso del móvil disminuye.

Os recomiendo puzzles, lectura y escritura, pintura, apuntarse a actividades fuera de las horas lectivas, quedar con amigos, ir a museos, organizar actividades sociales, juegos de mesa, etc.

5. Da ejemplo y sé congruente

Es complicado tratar de que tus hijos pasen menos tiempo con el móvil si ven a sus padres en casa utilizándolo continuamente. Así, es importante hacer introspección y evaluar qué pueden estar aprendiendo nuestros hijos con nuestros comportamientos.

Sé que en ocasiones necesitamos el móvil para el trabajo, pero hay que recordar que los límites y horarios pactados son para todos/as, no vale que mi hijo deje el móvil en la cena si yo contesto llamadas de trabajo en ese momento.

Debemos aprender a encontrar el equilibrio en el uso de las nuevas tecnologías y redes sociales en la vida familiar, siempre adaptándonos a las circunstancias y siendo flexibles.

Solo sé… que no sé lo que me pasa

«Me siento triste, aburrida, de mal humor, la mínima tontería parece molestarme y no tengo ganas de hacer gran cosa… pero tampoco es que me haya pasado nada. Solo sé que no estoy bien.»

Y bien, ¿Cómo empiezas a abordar el problema si no sabes cual es?

En ocasiones tenemos la mala costumbre de acumular experiencias bajo el pretexto de que «ya se pasará» o «es solo una mala racha». Pero, ¿no es eso lo suficientemente importante?

A esto es a lo que se llama evitación. Las experiencias, emociones, pensamientos que no afrontamos o en los que no nos apetece pensar no desaparecen, sino que se acumulan en algún lugar de nuestra mente para que podamos procesarlo cuando nos sintamos preparados.

Por ejemplo, si nuestra pareja rompe con nsotrxs o si un ser querido fallece, de alguna manera es normal pasar por un periodo de negación en el que nos cuesta hacernos a la idea de que algo ha cambiado en nuestras vidas, pero aplazar deliberadamente este momento no hará que la situación cambie.

Si bien es cierto que nuestro cerebro puede bloquear algunas experiencias traumáticas para permitirnos avanzar con nuestra vida, pero no estamos hablando de eso.

Y ¿Cuál es el problema? que esas experiencias, sentimientos o emociones pueden acabar manifestándose de otra manera, como migrañas, dolor en el pecho, palpitaciones, problemas de sueño, urticaria y un sinfín más de somatizaciones. Además de esto, cuando tratas de abrir el cajón, que llevaba cerrado con llave mucho tiempo, no encuentras un solo problema, sino más bien un desastre de cosas entremezcladas cunas con otras y no puedes evitar agobiarte y pensar «pfff ¿y ahora por donde empiezo?»

Pues, por donde sea más fácil.

Es importante ir poco a poco, y no me refiero al tiempo, queremos solucionar tantas cosas que queremos solucionarlas todas YA, y eso no es posible. Se debe ir tirando del hilo para ir desmarañando el enredo de la mente, siempre respetando los ritmos y tiempos del paciente.

Con esto no puedo evitar imaginarme ese momento con las luces de Navidad que hemos pasado todos al sacarlas de la caja tras todo el año. Y la mente como las luces navideñas del árbol tienen truco: dejarlo todo bien recogido, ordenado y pensar en facilitarle la vida a tu yo del futuro.

Para ser feliz

Una noticia publicada en el ABC nos recuerda que, a pesar de que el acto de compararse parece algo innato de las personas, debemos tener en cuenta que cuando lo hacemos tendemos a infravalorar nuestras capacidades mientras que exacerbamos el valor de la otra persona.

A veces, compararnos puede resultar útil, como por ejemplo para darnos cuenta algo que nos gustaría mejorar, cambiar o conseguir, siempre y cuando no perdamos de vista el valor de nuestros propios logros.

En el Día Internacional de la Felicidad, ¿qué hace sonreír a los españoles?

Aquí es donde entra la idea de la perfección, según la psicóloga Lidia G. Asensi, psicóloga del Centro Psicológico Cepsim, que nos tiene intentando mantener una altas expectativas y exigencias.

Además, nos cuenta que esta situación en la que se idealiza a la otra persona, nos lleva a rechazar quienes somos, y entorpece el cambio positivo y afecta negativamente a la autoestima.

Hay que recordar que la persona con la que nos comparamos es más que ese elemento que nos gusta, y que también tendrá características que no le gusten a el mismo.

¿Te has dado cuenta cómo han afectado las Redes Sociales en esto?

Compartir únicamente la «cara bonita» de las cosas nos hace plantearnos por qué nuestra vida no es tan buena como el resto.

Debemos consumir con cuidado este contenido y ser críticos siempre con lo que vemos.

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El rostro social y las redes sociales

Hace poco compartí en mi Instagram un post sobre el Rostro Social, ¿no sabes lo que es? Pues bien, el rostro social es una especie de máscara que nos ponemos muchas veces inconscientemente para ser más aceptados por los demás y que se basa en ocultar nuestras emociones o sentimientos reales por unos que agraden más a la otra persona.

Teresa Baró, la autora de «la gran guía del lenguaje no verbal» nos define como actores que buscan encajar.

Pero, ¿hasta donde llega ese afán por pertenecer?.

A mi personalmente se me vienen las redes sociales (RRSS) a la cabeza. Un negocio en el cual el producto somos nosotros mismos, nuestras ganas de gustar, de recibir likes, de que nos etiqueten en fotos, etc. Porque parece que cuantos más followers tengamos más felices somos, no al revés.

¿Es esto una forma de rostro social digital?

Estas RRSS basan su algoritmo en generar dopamina en nuestro cerebro, pretenden que veamos un video más, nos mantienen mirando pantallas durante horas con contenido vacío y nos incentivan a «refrescar», lo mantiene el ciclo gracias a un refuerzo positivo intermitente.

Hoy en día nuestra autoestima se mide en likes, nos hace sentirnos mejor tras ver fotos de personas «felices» con cuerpos «perfectos» y cosas caras (lo que nos había hecho sentirnos mal previamente), y promueve que nosotros mismos finjamos ser ese tipo de persona para recibir más «me gustas» y continuar con la pescadilla que se muerde la cola.

En esta sociedad, ¿hasta que punto han quedado degradas las relaciones humanas reales? ¿Dónde encontramos el lenguaje no verbal? ¿Son los emojis suficiente para expresar emociones?

¿Hasta que extremo hemos llegado el rostro social?

Taller: ¿Qué es la sexualidad?

Realicé mi primer taller entorno a esta pregunta, que en total duró aproximadamente 45 minutos, incluyendo las preguntas de los asistentes. 

Acudieron personas de distintos grupos de edad, tanto adolescentes, como adultos jóvenes, adultos e incluso alguna persona de la tercera edad.

Aquí un resumen de los temas desarrollados en el taller

Algunos asistentes acudieron junto con sus familiares. Podían verse parejas jóvenes, padres con hijos e incluso abuelos.

El hecho de que acudieran en familia y que los asistentes ya se conocían dificulto un poco la dinámica de la participación, especialmente a la hora de realizar preguntas

A pesar de esto, compartir con tu núcleo familiar este tipo de taller ayuda a normalizar el tema de la sexualidad, aún considerado un tema tabú, y a poder avanzar en la educación sexual.

Me ha resultado una experiencia muy gratificante poder compartir mis conocimientos y ayudar a romper tabús, normalizar el tema de la sexualidad y generar ideas y cuestiones fuera del esquema mental al que estamos acostumbrados.